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Victoria Cadarso: ¿Quién es nuestro niño interior?

Foto del escritor: PsicoDifusorPsicoDifusor

Actualizado: 17 ago 2021


Imagen: cuidadosaMENTE



Extracto del libro "Abraza a tu niño interior: Nunca es tarde para sanar tu infancia", de Victoria Cadarso, publicado en el año 2013.


Por: Victoria Cadarso.


No se puede enseñar nada a un hombre;

solo se le puede ayudar a descubrirlo en su interior.

GALILEO GALILEI



El concepto de niño interior puede significar muchas cosas y muy diferentes para distintas personas. Puede ser una metáfora que define nuestro auténtico ser., un símbolo de todo el potencial que tenemos dentro y una manera de objetivizar o describir el dolor de no haber recibido todo el amor, cuidado y protección que hubiéramos necesitado. Estos tres conceptos nos llevan a tres enfoques o puntos de partida:


1. Nuestro niño interior, como auténtico ser, representa la parte trascedente de nosotros mismos, ese canal directo entre nuestro Ser Superior, o niño divino o presencia de la divinidad en nuestro interior. El niño interior es quienes somos cuando estamos conectados con ese Ser Superior, y dicha conexión universal se produce cuando la establecemos con todas las partes de nuestro ser. El niño interior se muestra como el Ser Superior, que es la esencia del poder, la fuerza vital, creadora y amorosa. Cuando somos auténticos, genuinos y compasivos al máximo, cuando estamos llenos de amor, de empatía y de perdón, nos encontramos en un estado extraordinario que permite que aprovechemos nuestra sabiduría, aquella que procede directamente del Ser Superior.

El niño interior es el alma de la persona, creada en nuestro interior por medio del Ser Superior que está en cada uno de nosotros. Podemos definir al Ser Superior que llevamos dentro con nuestra plenitud, nuestra capacidad de amar y nuestro sentido de poder personal: quienes somos en realidad, nuestro auténtico ser, nuestra verdadera identidad. «Nuestro auténtico ser» o «nuestro yo verdadero», nuestra esencia, como realmente somos, nuestra originalidad, el ser único y auténtico ser, es AMOR. Todos nacemos con la capacidad natural de AMAR, amarnos a nosotros mismos y a los demás. Sin embargo, para que se desarrolle el AMOR que llevamos dentro, tenemos que sentir que nos dan amor, es decir, que las personas que nos cuidan física y emocionalmente devuelven nuestro amor. Es como si perdiéramos nuestra capacidad de amar al no conectar amorosamente con los demás. En la medida en que los otros no son capaces de devolvernos el amor, nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos y de darlo y recibirlo en las relaciones se ve mermada y nos deja una sensación de carencia de lo que no tuvimos. No obstante, esa carencia también nos proporciona la motivación para volver a encontrar ese amor y nos lleva en la búsqueda, primero externa y luego interna, que nos invita a desarrollarnos a nosotros mismos y ser lo que deseemos ser.


2. El arquetipo del niño también representa de forma simbólica todo el potencial de lo que puede ser el hombre en su mejor expresión, es el símbolo de nuestras esperanzar, nuestras posibilidades creativas y el impulso de autorrealizarnos. Tenemos que desarrollar nuestro potencial si no está disponible, y no lo está porque necesitamos recibir AMOR, que es la energía que nos ayuda para desarrollarnos física y emocionalmente cuando somos niños. El conectar con nuestro niño interior también es un proceso, un camino, de lo que es el trabajo de desarrollo personal que todos tenemos que hacer para conectar aquellas partes de nuestra personalidad individual previamente separadas o disociadas. Para alcanzar nuestro potencial hemos de reconectar con nuestro AMOR natural de nacimiento del que nos desconectamos.


3. Nos desconectamos de nuestro auténtico ser, nuestra esencia de nacimiento o AMOR por no recibir todo el AMOR que necesitamos desde fuera para mantener nuestro propio AMOR vivo, y esto nos causa una herida, un dolor que crea otra parte del niño interior que es el niño interior herido. El niño interior herido es nuestra parte vulnerable, solitaria, dolorida, desatendida, traumatizada, que se escondió detrás de una coraza que se construyó para defenderse o protegerse de recibir más dolor del exterior. Esa parte herida, asustada, insegura, va a estar ahí, la mayor parte de las veces inconsciente o semiconsciente, esperando ser rescatada, reparada, restituida, reconectada. Se mantiene en el presente como un niño interior que se ha quedado bloqueado en el momento del dolor que no pudo asimilar y por ello no creció. Mientras otra parte nuestra, que ha ido creciendo independientemente de nuestra parte herida, se ha convertido en nuestra parte adulta, que es la que se relaciona con el mundo exterior. Esta parte adulta se relaciona con los demás a través de esa coraza, máscara o estrategia protectora o defensiva que llamamos personalidad y que nos ponemos para que nos acepten, aprueben, acojan y no nos abandonen dejándonos desatendidos, solos y olvidados.


Así pues, podríamos decir que nuestro auténtico ser está en el centro o núcleo de un campo energético, rodeado de la fuerza de las emociones dolorosas de desencuentros y dificultades sufridas en la infancia y, a su vez, rodeado por una coraza o estructura defensiva, que es la personalidad. Cuando se habla del niño interior herido, que representa el dolor de nuestra infancia por separarnos de nuestro auténtico ser.

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